De troles, poder y
periodismo
Mientras en otras
latitudes las redes han servido para alertar sobre la violencia por ejemplo de
Boko Haram, movilizar a la gente como lo hicieron en el caso Ferguson en
Estados Unidos o denunciar los atropellos en Venezuela y revelar la angustia de
la sociedad argentina ante el caso Nisman, en Colombia se enciende una guerra
virtual cada minuto y los medios de comunicación terminamos por trasladarla sin
filtro ético a nuestras audiencias.
En vez de aprovechar las
conversaciones entre ciudadanos sin fronteras que se escriben a diario a través
de twitter para contar historias y entre otras, movilizar solidaridades y
exigir responsabilidades, estamos sumergidos en la cloaca de peleas políticas,
invalidando opositores con bajezas, deformando políticas públicas que requieren
los sectores menos favorecidos y dividiendo a la sociedad en bandos y
sub-bandos de los que se alimenta la polarización que conviene al proyecto casi
siempre desestabilizador de alguien.
Alvaro Uribe ha montado su
oposición desde twitter donde no es posible la confirmación plena de nada
Las redes sociales son
usadas en el mundo por líderes de todas las características para articular sus
discursos. En el caso colombiano hay un sector que le apuesta cada vez más al
discurso guerrerista que muestra un liderazgo político muy pobre y revela
asimismo un desorden compulsivo por la permanencia en el poder.
Esta situación le plantea
al periodismo hacer un alto en el camino: el twitter es una herramienta, un
medio, y no una fuente. Muchos políticos han resuelto trasladar a las redes sus
opiniones y debates. Problema de ellos si quieren volver el ejercicio de la
política cada vez más miserable. Para nosotros, los responsables de la
información, el reto es otro.
En una sola semana pueden
aparecer en las redes y especialmente en twitter insultos, reclamos y
humillaciones entre congresistas, expresidentes y funcionarios que se refugian
en sus trinos para no dar la cara o evitar la confrontación pública de sus argumentos.
Una senadora gay le dice a otra cristiana que tiene una hija homosexual para
descalificar su propuesta de un referendo para que la gente se pronuncie sobre
la adopción por parte de parejas homosexuales. Otro le reclama por robo o
plagio a un funcionario. Un columnista de derecha ironiza con el dolor que le
produjo a un parlamentario de izquierda la muerte de su hijo, para citar los
últimos casos.
Allí, en las redes, donde
en buena hora muchos pueden expresar con mayor libertad sus opiniones sobre religión,
patria, identidad y sexualidad, los temas que más pasiones generan en la
condición humana, y principalmente donde las audiencias recuperaron su
capacidad para debatir entre ellos e incluso corregirnos a nosotros los otrora
dueños de la información, también en las redes hay un porcentaje muy grande que
literalmente vomita su odio contra los otros.
El periodista no debe
poner su agenda en los trending topics
Son tuiteros con nombres
propios que crean en torno a sus opiniones ejércitos de francotiradores
anónimos, troles, para validar sus posiciones como ha hecho recientemente el
Gobierno de Rafael Correa en Ecuador con Somos+ reclutando adeptos en contra de
los memes que lo ridiculizan.
El caso más notorio en
Colombia es el del expresidente Alvaro Uribe quien ha montado toda su oposición
desde twitter donde no es posible la confirmación plena de nada. Hace una
utilización consciente y libre de una red que garantiza impunidad total a quien
ataca e incluso llama a la desobediencia civil como lo hizo cuando se entregó a
las autoridades la ex jefe de inteligencia de su gobierno, María del Pilar
Hurtado para responder por la interceptación de comunicaciones a magistrados,
periodistas y políticos de oposición.
La responsabilidad es
nuestra que ponemos nuestras antenas al servicio de su posición, autista. Uribe
ha encontrado en twitter su arma más eficaz porque le garantiza la conversación
directa que él privilegia, con la que se siente cómodo, que es la conversación
consigo mismo o con quienes están solo de acuerdo con sus posiciones. Qué bueno
sería que su protagonismo ayudará a construir debates en pro de la democracia.
Las redes son medios de
comunicación entre los ciudadanos. Y a veces entre troles pagados. El papel del
periodista es saber qué es relevante, que no lo es, contextualizar, desconfiar,
investigar y especialmente no dejarnos poner la agenda de los trending topics.
(Fuente: http://mun.do/1Af8LJG).
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