jueves, 29 de septiembre de 2011

CRÓNICA


Ate agobiado por comercio informal e inseguridad
Si Lima cercado tiene su Mesa Redonda y La Victoria su Gamarra. Ate Vitarte no se queda atrás. Este distrito cuenta con CERES, un mercado ubicado a la altura del kilómetro 6.5 de la Carretera Central, que surgió a finales del primer gobierno de Alan García, en medio de una enorme violencia subversiva e hiperinflación.
Han transcurrido 22 años y este emporio comercial surgido en dos cuadras de la prolongación Javier Prado, no sólo está aún convertido en una “mina de oro”, sino que ha crecido en la total informalidad, el desorden, el caos, la inseguridad, la delincuencia, la invasión de otras avenidas y jirones y otros problemas como la contaminación.

Al caminar por ésta zona totalmente tugurizada y en medio de toldos, puestos de venta de ropa, comida, calzado, zapatillas, verduras, frutas y otros productos, me pregunto: ¿Qué será de estos hombres y mujeres de toda edad y condición social que están a punto de ser desalojados?.

Según el alcalde distrital, Óscar Benavides, están con los días contados más de seis mil comerciantes; aunque hace poco fueron retirados buena parte de ellos. En las próximas semanas se iniciarán las obras de ampliación de la avenida Javier Prado y la construcción del paso a desnivel de la Carretera Central, con una inversión superior a los 40 millones de soles.
La ejecución de estos proyectos serán – al parecer – como una salvación para recuperar las vías, como la lateral de la Carretera Central que a lo largo de sus siete u ocho cuadras están ocupadas por los comerciantes que han tomado control de la pista para instalarse, ante la inacción de los alcaldes que tuvo y tiene Ate.

Esta realidad se refleja en todo el perímetro de CERES pues está colmado de los comerciantes que han encontrado un espacio reducido de aproximadamente un metro en la vereda y la pista en algunos casos por lo que pagan al dueño de la vivienda unos 700 a 900 soles, sin considerar a aquellos que alquilan sus cocheras o pisos de sus edificios. 

Mientras todo es un negocio para los propietarios, para el municipio, los camioneros, taxistas, carretilleros, y otros, el caos y la inseguridad seguirán reinando hasta que de verdad se inicien dichas construcciones, y se planifique que hacer con los comerciantes informales que están en áreas colindantes a esta obra trascendental para mejorar el transporte público.


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